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¿Qué hace un jardinero sin flores?
Un marinero me contó que se ahogaba en tierra firme. Bebiendo en el mar frente al mar, volvió a sentir a las olas subir y bajar; sentado frente al agua, oía a su gran caracola mientras otro sol le espera. Estará bailando frente a su amor hasta que el tiempo le permita reflotar su navío. Y así, sobre el manto bañado en plata, podrá viajar hacia donde su estropeada brújula quiera llevarlo. Pero una vez tras otra parará para ahogarse en la estúpida tierra que no se mueve.
Cuando la vida no se basa en el control, te vuelves adicto. Cuando la presión te impide moverte, quizás desees salir corriendo. Pero aunque no sea lo que quieras, espera a que el tiempo se calme y tu barco de dos o tres velas pueda llevarte lejos.
El amor es la vela que empuja mi barco; el timón gira y gira hasta que lo agarramos. Y en cada nueva corriente de aire he intentado agarrar fuerte el timón y cuidar mis velas lo más posible. Mi gran amor la música empuja fuerte; mis amores platónicos, se sueltan y cambian mi rumbo una y otra vez; el arte de las rimas y las letras; me lleva hacia la luna por las noches; y el amor de la amistad incombustible me ayuda a remar si las velas fallan, a guiar mi barco cuando estoy cansado y a cambiar las velas rotas por otras mejores. Adoro los días sin viento, en los que solo dependo de mis amigos. Y en la proa de mi vida sonreímos a un horizonte que desdibujamos cada mañana.