14 de marzo de 2010

Un sol escaso que derrite el tiempo


Abrigado; mientras las horas se alargan y los minutos se paran, vuelvo a mojarme de sol. Sentado en una nube; el reloj vuelve a caminar: unas veces adelante y otras hacia atrás.

Hace seis años el sol y las nubes desaparecieron para unos cuantos. Y no era de noche. Ni horas, ni minutos, ni amor, ni lágrimas. Todo por el miedo a las ideas nuevas y el pánico al progreso. Todo por nada.