21 de octubre de 2009

Un alma y un velero




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¿Qué hace un jardinero sin flores?
Un marinero me contó que se ahogaba en tierra firme. Bebiendo en el mar frente al mar, volvió a sentir a las olas subir y bajar; sentado frente al agua, oía a su gran caracola mientras otro sol le espera. Estará bailando frente a su amor hasta que el tiempo le permita reflotar su navío. Y así, sobre el manto bañado en plata, podrá viajar hacia donde su estropeada brújula quiera llevarlo. Pero una vez tras otra parará para ahogarse en la estúpida tierra que no se mueve.
Cuando la vida no se basa en el control, te vuelves adicto. Cuando la presión te impide moverte, quizás desees salir corriendo. Pero aunque no sea lo que quieras, espera a que el tiempo se calme y tu barco de dos o tres velas pueda llevarte lejos.
El amor es la vela que empuja mi barco; el timón gira y gira hasta que lo agarramos. Y en cada nueva corriente de aire he intentado agarrar fuerte el timón y cuidar mis velas lo más posible. Mi gran amor la música empuja fuerte; mis amores platónicos, se sueltan y cambian mi rumbo una y otra vez; el arte de las rimas y las letras; me lleva hacia la luna por las noches; y el amor de la amistad incombustible me ayuda a remar si las velas fallan, a guiar mi barco cuando estoy cansado y a cambiar las velas rotas por otras mejores. Adoro los días sin viento, en los que solo dependo de mis amigos. Y en la proa de mi vida sonreímos a un horizonte que desdibujamos cada mañana.

15 de octubre de 2009

Paseándome sobre raíles


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Subir y bajar del tranvía. Puede parecer al estúpido, pero a lo mejor es especial. En cada parada, en las aceras y en cada asiento hay gente. ¿Cómo son sus vidas y en qué gastan su tiempo y dinero? Algunas veces me invento historias para esas personas, y sonrío imaginando a ese niño saltando charcos, o viéndolos elegir la ropa por la mañana, creo verlos sonreir al salir del trabajo o decir adiós a sus amigos al partir hacia la parada. Otros, sin embargo, los imagino queriendo volver a casa, donde unos colegas, una novia, una familia, les dará conversación; y dejará el móvil y su estrés en pos de unas cervezas o una cena.

Vi a través del cristal alejarse a decenas de amores platónicos, puestos para mis ojos. Seguí en cada parada pasos a ningún lado, se quedaron atrás los que andaban mirando al suelo; escuché tras de mí al mundo rodar. Y sólo en el río creí escuchar las olas del mar que añoro. Viajaré sobre raíles para cargarme de sentimientos que derramaré en este cuaderno.
Hay niños, madres, padres, solteras, casados, borrachos ricos, pobres felices, perros, gente de pie, sentada, hablando, callada o escuchando una banda sonora; hay estudiantes con sueño y trabajadores descansados, hay deseos, energía, sueño, angustia, ansiedad, paciencia…. Y me pregunto: ¿se imaginan cómo es mi vida? ¿Es mejor que la que vivo?

6 de octubre de 2009

Reflexiones de otoño


Seguir un rumbo marcado. Difícil misión para quien vive en un mundo donde el viento no cesa de cambiar. Paso horas enteras pensando como alquilar otra mente para comparar mis ideas. ¿Que hay dentro de mí que me impide volar libre? Quiero acariciarte mientras me alejo hacia otra piel, pero no paro de pensar en regresar una y otra vez. Una y otra vez miro detrás de mi ventana como los árboles pierden sus hojas mientras pasa el tiempo, cuando sopla el viento. Puede ser que yo haya perdido tantas hojas y papeles que mis huesos tengan frío y por eso tiemblo al pensarte. Espero que la luz de alguna primavera me devuelva lo perdido y llene de colores lo que ahora está gris, tras tu sombra.