13 de agosto de 2012

Agobios



En honor a Dalton Trumbo y su novela "Johnny got his gun"; me encantó su forma de transmitir.

Nene nene te quiero te he echado de menos ¿dónde estabas? nene nene ven aquí dame un abrazo comparte este espacio que se estrecha nene nene nene dame un beso nene sécate las gotas de sed de tus ojos azules te amo ámame te amo. Te estimo y me detengo tras esas verjas sin hierros nene quiero volver a demostrarte tanto tanto que se hace poco el tiempo y quiero decírtelo al oído cuando sea todo saliva cuando sea todo mío cuando la piel no traspire mas que mis palabras anteriores. 

Ven aquí acércate hunde tus dedos en mi cuerpo hunde tu nariz en mi piel engrasa mis piernas con tus movimientos pierde el mapa de mis curvas piérdete y no regreses de la locura de darnos cariño. Cubre mi cuerpo de tu aroma enciende los fuegos con más sudor tuyo bebe mi sudor como gasolina eso eso préndete y abrázame. Duerme a mi lado venga entra en la cama abrázame que tengo frío abrázame abrázame. Ponte detrás y abrázame fuerte no hay mantas te necesito ¿y tú? ¿tú tienes frío? ¿compartimos el calor que nos queda o te sobra todavía? Acércate abrázame abrázame fuerte y dame calor duerme duerme a mi lado nene nene amor mío te quiero ámame ámame te amo.



23 de abril de 2012

Dormir y no puedo



¿Quién podría dormir sin sus cosquillas en el paladar? ¿Quién apostaría dinero por esperar a dormirse antes de ver más nubes mañana? ¿Quién podría cerrar los ojos y no entender la cama sin su sombra llenando la oscuridad de la noche? ¿Quién sería capaz de escuchar "Transatlanticism" sin llorar con ese mensaje?
Me he vestido 2  veces para ir hasta tu casa. He escrito 3 cartas pequeñas, las he tirado. He elegido 4 cervezas diferentes (no tengo Judas, q s mi favorita) para dejarlas ahí en tu puerta y volverme recordando que " distancia significa nada cuando una persona significa todo". He llorado y disimulado cuando alguien entraba a mi cuarto, he escuchado todas las canciones que me recuerdan a ti, me he acostado y levantado 2 o 3 veces. He escuchado las canciones que me hacían feliz, he comprobado que no siempre funcionan. He concluido que ya es la 3ª vez en pocas semanas que estás lejos muchos días... Ya te lo he dicho; así no vivo. Las personas que te quieren lo demuestran y se desvelan pensando en ti, las que no: te hacen daño y duermen. Yo no duermo. Pero no voy a ir. Ya he hecho demasiado y no sé si te das cuenta ni si eso me ayudaría o me seguiría debilitando. Aunque me queden ganas y fuerzas, te espero aquí: rodeado de penas. 

PD. he borrado y reescrito este texto 2 veces

28 de marzo de 2012

Sin renunciar



No puedo decir que no a esa atracción y desgaste físicos, y la primera razón es que no quiero. No quiero dejar de desearte y querer estrangular el poco aire que quede entre nosotros. Y agarrarte tan fuerte que me duelan las manos y tenga que atarme a  las costuras de tu ropa interior para poder asirte más fuertemente y no caer. Y repetir ese baile infinitas veces sobre tu cuerpo. Y gastarnos en el otro sin ningún temor ni ningún complejo: pedir más y recibir un extra de calor desprendido de la pasión quemada dentro de tus músculos. Darnos la vuelta y seguir bailando al ritmo de las taquicardias que tienen los bebés al nacer y ver la luz y la vida. Saberte como una funda de mi carne y probarte como abrigo por todo mi cuerpo. Rasgarnos la tiranía y la lluvia de los días nublados con más y más labios chorreando en mi boca. Abrazarnos tan fuerte que nos tatuemos las huellas del corazón y escaparnos de la misma manera; temiendo chocarnos contra el entorno que se nos difumina alrededor. Perder las nociones y las naciones, vivir en el cuerpo del otro y no salirnos de tus curvas sin fronteras, correr por los acantilados de tus piernas y los afilados riscos de tu pecho y tu cuello. Perdernos en la espesura de la saliva que se nos escurra y nos haga inmortales. Cerrar los ojos. Soñar despiertos. Vibrar ansiosos con palabras sin aliento. Silbar nuestra dicha y querernos sin el cuerpo. Apretar más y más fuerte los músculos. Gritar que nos gusta. Apretarte más las nalgas y la cintura. Saber que estamos perdidos y gritar que desaparecemos. Relamer el placer con la punta de los sentimientos y licuarnos en las paredes de nuestras limitaciones; eliminando todo sufrimiento y toda barrera.

 Respirar. Acostarme sobre tu espalda o sobre tu pecho que aún lata fuerte. Relajarme al son de tu compás quejumbroso y grave. Pegarnos con el placer que perdimos en otra batalla de las que no me quiero perder. Perder la mirada en la translucidez del polvo del cuarto. Cuidarnos. Oír el silencio que queda tras el chaparrón. Besarte la nuca. Besarte el pecho y acariciarte la barrica de este mi licor favorito, la frente y la nariz. Bajar mis dedos por tu mentón hasta tu pecho izquierdo y olvidar que el tiempo encabezó mi último texto y querer morir allí. Así. Con todo hecho y todo por hacer. Pensar olvidado, que todo está perfecto y nada es tan importante como para volver la vista afuera de ese pecho que me cobija y me hace sentir lleno, satisfecho, cansado, muerto: feliz. No quiero dejar esto. No quiero renunciar, no lo quiero.