23 de diciembre de 2010

Angustia y espera


La angustia la inventó aquél cuyo aliento voló lejos tras un adiós; y se quedó inmóvil, dejando que el viento acariciara su garganta seca. Y en ese grito desesperado oyó el eco de su miedo más profundo: no volver a sonreír a los ojos más bellos que hubo mirado.
Si esa distancia le libraba de la tentación de su olor, también lo castigaba con la pasión del recuerdo de su cuello infinito. Y si el tiempo le aseguraba olvidar ese dolor, también le borraba de la memoria su pecho, sus labios y su locura.

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